miércoles, 31 de octubre de 2018

CONTINUA LA GUERRA Y SE ESCUCHA LA VOZ DE LA IGLESIA CATÓLICA


   CONTINUA LA GUERRA Y SE ESCUCHA LA VOZ DE LA IGLESIA CATÓLICA



La lucha armada continuaba, las violaciones a los derechos humanos de la población se volvían insultantes, mientras la guerra política asumía su propia dimensión. En ese contexto surgió la voz de la iglesia católica, quién a través del socorro jurídico del arzobispado se manifestó afirmando que “el abismo existente entre la campaña electoral y la dramática y dolorosa realidad nacional nos hace pensar que con aquella únicamente se trata de cumplir con un requisito formal para ocultar otras intenciones y proyectos, lo que derivaría en un desprestigio aún mayor ante el pueblo del instrumento electoral.” Referencia especial nos merecen los constantes aportes de la UCA a través de sus múltiples análisis del problema y de las posibilidades de solución.
En una mirada retrospectiva, podemos afirmar ahora que se constituyeron en una predicción de lo que finalmente sería la salida de la confrontación; un año antes del proceso electoral, es decir, en marzo de 1981, cuando aún estaba en sus inicios la conflagración militar abierta, se publicó en la revista ECA un editorial titulado un proceso de mediación para El Salvador, en el que se leía: “Esta nueva etapa con características nuevas parece estar exigiendo intentar la mediación y la negociación. La mediación y la negociación pueden fracasar, incluso antes de que tomen cuerpo, pero si se ponen todas las condiciones para llevarlas adelante, el proceso histórico de El Salvador habrá recorrido un largo trecho y, tras él, aunque no se haya conseguido la solución final, ni siquiera resultados apreciables, estaremos más cerca de encontrarla.


El que no vea ventajas objetivas en la mediación y negociación, en la negociación mediada, si es que se llevan a cabo de forma justa y racional, es que confía más en la fuerza con que cree contar que en la razón que lo asiste, tanto para reclamar derechos como para resolver problemas atinentes al bien común por encima de los intereses parciales” (Ellacuría 1991, T.II, p.947). Tristemente varios de los autores de esa posición política ya no pudieron ser testigos oculares de la validez de su tesis, pues fueron asesinados un 16 de Noviembre de 1989, peros u legado fue fundamental dentro de todo el proceso, hasta culminar con el acuerdo de paz en Enero de 1992.
Asesinato de los jesuitas



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